Fue tallado en 1521. Esto la convierte en la imagen procesional documentada más antigua de la Semana Santa de Andalucía.
Salió de la gubia de Jorge Fernández Alemán, el mismo artista que realizó el altar mayor de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. Aunque el anonimato del escultor es notable, su obra es grande e importante. Incluso Cea Bermúdez, crítico de arte español de finales del siglo XVIII y principios del XIX, lo calificó como uno de los mejores escultores del reino.
A lo largo de su vida ha sufrido varias restauraciones. En 1967 está documentada una restauración a cargo del insigne imaginero local Don Francisco Buiza, que modificó la cruz y el sudario de la imagen.
Desde mayo de 2010 a marzo de 2011, y debido a su mal estado de conservación, después de un gran trabajo de la Junta de Gobierno de la Hermandad durante varios años, y a la colaboración de numerosas personas y entidades público y privadas, fue restaurado por el IAPH (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico), que devolvió a la imagen su cromatura original, manteniendo el sudario de Don Francisco Buiza.
La imagen del Señor de la Amargura representa el pasaje evangélico de la muerte de Nuestro Señor, crucificado y muerto en la Cruz, para la redención de nuestro pecados y la salvación del género humano.
Está realizada en madera de nogal policromada, con el sudario dorado y estofado, en sus bordes figura la inscripción en latín –IN TE DOMINE SPERAVIT NON CONFUNDAN IN AETERNUM-. Mide 181 centímetros de alto. Sobre su cabeza lleva tallada corona de espinas y las tres potencias de su divinidad. Está clavado en cruz arbórea de 4 metros de altura, con INRI en latín, griego y arameo. Inicialmente no estaba concebido para procesionar, sino para recibir únicamente culto y devoción en el Calvario del Altar Mayor de la Iglesia de San Felipe.
En el año 1996, el Cabildo General aprobó el boceto para la hechura de las andas sobre las que actualmente procesiona el Señor. Su diseño y realización, en varias etapas, correspondió al insigne tallista D. Manuel Guzmán Bejarano. El paso es de estilo neogótico en madera de caoba en color y adornado con 4 hachones. En su canasto figuran los apóstoles en hornacinas, y relieves de los pasajes de la Pasión, obra de D. Alfonso Barraquero.
El paso se completa con moldurón, respiraderos y cresterías, así como cuatro maniguetas, siendo estas caladas. Se completa con pequeñas figuras de los Santos Carmonenses, San Teodomiro –Patrón de la ciudad de Carmona- y San Juan Grande, así como Santo Tomas de Aquino, este en recuerdo de la etapa estudiantil de la Hermandad.
El paso, que se realizó en varias etapas entre los años 1998 y 2002, forma junto con la imagen, una estampa sobria y elegante.